El Taller de la Guardia, Cerámicas del Litoral, cumple 60 años de actividad. El Secretario de Educación y Cultura de la Municipalidad de Santa Fe, Paulo Ricci, manifestó que el taller es nuestra ciudad, nuestro barro, nuestro río, nuestras manos, nuestra historia y nuestro presente. Es un modo de hacer, de aprender, de enseñar y de compartir, y agregó que “La mirada que tiene el Taller hacia toda la región Litoral como un espacio cultural, histórico y antropológico que nos vincula con culturas regionales que se extienden desde el Paraguay hacia el sur, y tienen que ver con una tradición de trabajo, con esa materialidad tan particular que es la del barro y la cerámica”.
Huaira Basaber, Subsecretaria de Educación y Cultura del Municipio, se expresó en el marco de estos festejos y sostuvo que el Taller de la Guardia “Es una escuela que hace al barrio de donde es y le da una impronta compartiendo costumbres, ya que el barrio también hizo y hace nacer la escuela”. Además, describió al espacio como “Una escuela barrio y barro; una escuela río y manos; una escuela de las personas que la hacen y la dejan crecer; un homenaje al tiempo artesanal de la Costa Santafesina y una manera de perderse en el tiempo de las manos y el agua; una escuela de fuego, humo y ramas; una escuela que enorgullece al litoral”.
Su Historia
En tiempos lejanos, antes de la llegada de los españoles, anónimas manos de artesanos de estas tierras modelaron la arcilla que encontraban en la costa del río, creando bellas representaciones plásticas donde lo decorativo se entrelazaba a lo utilitario. Con el devenir del tiempo, la continuidad de esas expresiones típicas del Litoral se fue diluyendo hasta desaparecer casi por completo. En este sentido, los talleres artesanales transmiten estas técnicas para preservar el patrimonio tradicional de nuestros primeros artesanos.
El 28 de mayo de 1960, el taller de cerámica artesanal de La Guardia abrió sus puertas por iniciativa de la Municipalidad de Santa Fe. En una zona privilegiada por este recurso natural nacido del lecho del río, la arcilla, iniciaba este proyecto que no sólo buscaba revitalizar la práctica de un arte popular íntimamente consustanciado con la realidad de su medio natural y geográfico sino transformar este saber en un modo de subsistencia para la gente del lugar.
Juliana Frías, su actual directora, mencionó que “Este taller nació exclusivamente para la gente de la zona, pensando en la continuidad de una tradición cerámica lugareña. Había otros emprendimientos que tenían que ver con el barro, con la materia prima, pero faltaba un espacio donde los jóvenes y los niños pudieran trabajar creativamente”.
Al principio se realizaron piezas a mano que luego eran moldeadas para ser producidas en serie y vendidas en distintos puntos del país. Así surgió la típica cerámica zoomorfa negra y bruñida que identificaba a nuestra ciudad y a nuestra región. Se trabajó en forma intensa, evolucionando visualmente a través del conocimiento y el dominio de las técnicas de preparación de la arcilla local, del modelado, del pulido y la cocción. La orientación de la producción, que buscaba un estilo regional, se inclinó hacia una temática enlazada con la realidad circundante, a través de la reproducción de la fauna fluvial.
Formación y producción han sido los dos pilares fundamentales del Taller municipal de cerámica artesanal de La Guardia. Más de un centenar de niños, jóvenes y adultos se preparan en el oficio de la producción de artesanías cerámicas tradicionales, aprenden acerca del reconocimiento de la materia prima adecuada y de los antiplásticos necesarios, el buen amasado y el perfeccionamiento en el modelado de las formas.
En este sentido, Frías recordó que a partir de 2000, el taller se vinculó con el Museo Etnográfico y Colonial “Juan de Garay” y se comenzaron a investigar y a estudiar las piezas cerámicas de los primeros artesanos de la región: “Que nuestros alumnos pudieran llegar al museo, tocar esos fragmentos y pensar en generar otras piezas para dar continuidad a esa tradición que se había perdido en el tiempo es muy importante”, expresó. Y agregó que esa relación dio origen a las piezas que hoy forman parte del patrimonio del Museo de Cerámica Regional “Alfredo D’Auría”. El camino recorrido por el Taller a lo largo de su historia hace que las producciones sean “muy identitarias y representen realmente la cerámica santafesina, la cerámica litoraleña”, según señaló.
El Presente
Basaber expresó que “Como desarrollo de las pedagogías culturales, La Guardia tiene la posibilidad de profundizar y visibilizarse como una experiencia educativa en sí misma, y como una acción cultural ya que comprende muchos aspectos integrales que no sólo están relacionados al arte sino a las culturas que nos antecedieron, a las formas creativas de actualizar esa matriz histórica de nuestra cultura, de nuestros pueblos originarios y potenciar un desarrollo en la técnica que también tiene una especificidad vinculada a la mano que piensa, esto es, seguir trabajando desde la educación y la cultura en juntar la forma y el contenido, en no tenerle miedo a los conceptos, a las ideas y a los pensamientos”. Asimismo, la funcionaria sostuvo que “la Guardia es un espacio educativo y un espacio de producción de una cerámica que lleva en su matriz el paisaje, el río y al mismo barrio. Esto la hace ser única, en diálogo con ese espacio”.