Se han comunicado vecinos de la Costa Santafesina, en relación a lo que está ocurriendo en el río Saldo respecto a la mortandad de peces. Ellos indican que no solamente ocurre ahí sino también está ocurriendo en el río San Javier y su red de afluentes de riachos. La preguntan que hacen es ¿por qué ocurre este fenómeno? y ¿qué consecuencias acarrea para las personas?.
Fueron lectores de V. de C. de todo el corredor de la Costa Santafesina quienes alertaban sobre la aparición de peces muertos en las márgenes ribereñas, si bien aclaran que no es en la cantidad que se observaba en otros años, si tienen preocupación por lo que está ocurriendo en el río Salado y que es noticia en estos días.
Antonio, pescador de Cayastá, nos cuenta que en sus salidas diarias pudo observar en los distintos cauces de los riachos (con poca agua) y canales que comunican el río San Javier con el Paraná, un número importante de peces muertos flotando en la costa.
Lo que está pasando en el río Salado es materia de investigacióna, se trata de identificar a las especies involucradas y qué es lo que produjo la muerte masiva. Los peces que se ven son en su mayoría de tres especies: sábalos, algunos bagres y palometas. Sin embargo no es sólo en la orilla, sino que más adentro.
En estos casos los especialistas toman muestras de agua y de parámetros gástricos. Si los niveles de oxígeno están bien se analiza si existe lo que se llama floración de las algas que producen toxinas que causan la muerte de los peces. Además de la floración de las algas, la bajante puede ser parte del problema, y aclaran que, si bien es alarmante, es un proceso natural que se da por esta gran sequía que se viene produciendo en estos meses.
Respecto a lo que ocurre en el lado del río Paraná, desde hace un tiempo se viene alertando que la bajante continuará hasta el verano y muy probablemente hasta fines de la estación en 2021, así lo afirma el especialista en manejo de ecosistemas e investigador por el Centro de Ecología Aplicada del Litoral dependiente del Conicet, Juan José Neiff.
El fenómeno de La Niña viene para sumarse a la falta de lluvias lo que podría generar que el Río Paraná baje más en caudal y se contamine sustancialmente de algas verdes (producto de la concentración de fósforo y nitrógeno) que le darían al agua un gusto realmente desagradable; a esto habría que sumarle que un menor caudal de agua genera menos oxígeno y este conjunto es letal para la fauna ictícola.
La gran fauna del Paraná está compuesta por mandubíes, pacúes, bogas, armados, dorados y surubíes. Todos serán afectados por el bajo caudal, tanto pequeños como adultos, ya que al no poder llegar al cauce del agua quedarán varados en el barro y en los bañados.
Mientras esto ocurre las autoridades sanitarias recomienda precaución en el consumo de pescado de rió. Para saber que es fresco prestar atención en lo siguiente:
- Ojos: Deben ser esféricos, saltones, con la córnea cristalina (si está lechosa, estará malo) y la pupila de color negro brillante, nunca opaca o grisácea.
- Agallas: Deben ser de color vivo, rojo o rosa según el pescado que sea. En ambos casos, los colores deben ser brillantes e intensos, nunca descoloridos o amarillentos.
- Cavidad abdominal: La telilla que la recubre debe estar limpia y brillante y debe ser suave al tacto. El corte de la carne debe ser liso y brillante. La sangre debe ser roja y brillante, si tira a marrón está en mal estado.
- Piel o escamas: Debe estar limpia, brillante y resbaladiza, nunca pegajosa. Cuando el pescado está fresco, la piel se separa con dificultad de la carne. Las escamas, por lo general, deben ser abundantes y difíciles de retirar.
- Tacto de la carne: La superficie debe ser lisa al tacto, no granulosa. La carne debe ser firme y elástica, es decir, al presionar levemente con el dedo y soltar no debe quedar marca.
- Olor: El pescado muy fresco huele a agua de río (inconfundible). Si desprende olor fuerte como a lavandina u otro desinfectante, es que no está en buen estado.
