Por: Mario Barletta
Recientemente se difundieron datos alarmantes sobre la usurpación de terrenos en zonas: treinta y cinco asentamientos ilegales en la ciudad de Santa Fe y zonas del Área Metropolitana, están ubicados en zonas de reservorios, terraplenes y defensas. Frente a esto, hay que decir sin eufemismos que no se trata de familias que van por su cuenta a instalarse en estos lugares, si no de verdaderas mafias asociadas a punteros políticos, que se aprovechan de la pobreza y la desesperación de la gente. Estas redes criminales, lotean y venden las tierras, tal como vimos hace un tiempo que sucedió en la provincia de Buenos Aires.
Por esto, es urgente terminar con la cultura kirchnerista del vale todo, de falta de reglas de convivencia e ilegalidad. No podemos permitir que las mafias ganen y nos pongan a todos en riesgo. El Estado no puede estar ausente, la provincia debe intervenir con firmeza para desarticular estas redes delictivas y el gobierno nacional debe dejar de discriminar a Santa Fe de una vez por todas y asignar los fondos para obras de infraestructura y planes de viviendas en lugares seguros.
Estos terrenos fueron pensados como reservorios de agua para crecidas y lluvias importantes, y al ser ocupados con viviendas -además de no cumplir con esa función- corren el riesgo de ser esas familias las primeras perjudicadas si la ciudad se inunda.
Con todo respeto, le sugiero al intendente que no descuide la gestión de riesgo hídrico. Vivimos en un lugar en el que no podemos relajarnos, siempre vamos a tener que estar pendientes de las lluvias y las crecidas de los ríos. El control y el mantenimiento del sistema de desagües, terraplenes y defensas debe ser permanente y mucho más en épocas de sequía, que son los momentos propicios para hacerlo.
En el 2007 tuve el honor de ser elegido intendente de Santa Fe y uno de los desafíos más importantes para el equipo de gobierno fue torcer este destino: lograr que la ciudad se proteja de la amenaza del agua y lo logramos. Así, se asumió la gestión de riesgo como política de Estado, y se trató de promover una cultura de la prevención, de construir una ciudad sustentable, ambientalmente saludable y que brinde a todos sus habitantes los servicios básicos para una mejor calidad de vida.
Fueron años en los que se realizaron obras claves de infraestructura, se triplicó la capacidad de bombeo y se duplicó la capacidad de los reservorios, se actualizaron las normas sobre el uso de suelo, y se implementaron políticas con amplia participación social, para lograr la convivencia con el ambiente. Además, se elaboró un plan de contingencia definiendo claramente que era lo que debía hacer el Municipio, la de recursos y la organización comunitaria. Tampoco fue menor la tarea social que logramos desarrollar de a las familias que vivían en riesgo permanente en esos lugares y darles una nueva oportunidad en diferentes barrios de la ciudad.
Hay mucho por hacer y todavía estamos a tiempo. Se debe retomar el control del territorio para evitar los asentamientos informales en zonas , así como también, trabajar en conjunto con las organizaciones sociales y los vecinos en la de las familias. También es urgente reparar las defensas y los reservorios porque tienen que estar en condiciones de funcionar cuando llueva o crezca el río. Por otro lado, se debe armar un plan conjunto con el Ministerio Público de la Acusación y el Ministerio de Seguridad de la Provincia para desarticular las organizaciones mafiosas que impulsan las usurpaciones. Y por supuesto, se tienen que destinar fondos para avanzar en planes de viviendas y bancos de tierras, continuar con el plan director de obras hídricas, actualizar los planes de contingencia y sostener planes educativos y culturales sobre el tema.
Es muy triste y preocupante lo que está pasando, con todo lo que logramos los santafesinos para tener una ciudad segura contra las inundaciones. No podemos resignarnos y volver a la ciudad de la chapa y el colchón del peronismo. Por eso, le pedimos a las autoridades que abandonen la desidia e improvisación y actúen antes de que sea tarde. Hay que tomar decisiones hoy, para que la gente no lo sufra el día de mañana.