La violencia de género en sus distintas variantes persiste en la Policía de la Provincia de Santa Fe como clima laboral, según una encuesta realizada por la Red de Mujeres Policías. Siete de cada diez miembros de la fuerza de seguridad afirman que alguna vez padecieron alguna clase de violencia dentro de la institución. La mayoría, en forma de moobing (lo que vulgarmente se llama “verdugueo”), pero también violencia psicológica, sexual y hasta discriminación a partir de ser madres. Otro rasgo preocupante es que el 64% no quiso denunciar la violencia padecida.
La encuesta circuló entre junio y agosto pasado, y la respondieron 137 mujeres de diverso rango que trabajan en la Policía, en distintas unidades de la geografía provincial, de entre 20 y 50 años en la gran mayoría. La encuesta se ofreció a todas –hay 7.000 mujeres policías en Santa Fe– pero la decisión de responderla fue a voluntad de cada una. Es la segunda edición de este sondeo. La Red de Mujeres Policías (RMP) busca indagar al interior de la fuerza para demostrar las desigualdades de género que persisten. Discriminación en la carrera policial, acoso laboral, sexual y otras variantes de violencia machista.
La encuesta atañe no solo a oficiales y suboficiales de Policía, también del Servicio Penitenciario y el Instituto Autárquico de Industrias Penitenciarias. Se hizo por primera vez en 2019, lo cual fue una novedad en la tradición de esta institución regida por la verticalidad y hegemonía de varones. Esa vez, el 52,8% de las encuestadas reveló haber sufrido violencia de género en su trabajo; en el 56% de esos casos, fue de índole psicológica, pero también simbólica (25,8%), sexual (8,1%), económica (4,4%) y física (5,6%).
Ahora, ante la consulta de haber padecido alguna forma de violencia dentro de la institución, el 69,5% respondió que sí vivió esa situación, 23,4% dijo que no, y hubo 9 mujeres que declinaron responder.
La forma más recurrente es el moobing. Esta práctica de violencia en el trabajo refiere a comportamientos negativos, ataques verbales y no verbales, de un miembro de la organización laboral hacia a otro. Puede ser superior jerárquico o no. El objetivo es atentar contra su integridad psicológica, moral y laboral, con el fin de anular a la víctima y que ésta abandone el ámbito laboral por su propia voluntad. Lo hacen con estrategias varias como minar la rutina laboral, reducir las funciones de la víctima agredida, aislarla de sus compañeros, crearle rumores alrededor. Lo que usualmente se califica como acoso laboral liso y llano.
A las 56 policías que respondieron haber sufrido moobing, se suman otras 30 que afirmaron enfrentar situaciones de violencia psicológica, unas 18 se definieron víctimas de violencia sexual. Pero también hubo 10 respuestas que refirieron situaciones de discriminación, violencia simbólica, y otras tantas revelaron actitudes hostiles contra trabajadoras policiales referidas a su condición de maternidad.
El 64% admitió que no denunció la violencia sufrida “por vergüenza, miedo, edad, la suposición de que nadie le creería, o la falta de recursos para hacerlo”
El 63% se definió como jefa de hogar o madre soltera. El 52,6% refirió dedicarse a tareas operativas, 30,8% dijo cumplir labores administrativas, y 16,5% tareas específicas (SIC). Un rasgo para remarcar es que de 95 mujeres que respondieron acerca del permiso para amamantar en horario laboral, 31 dijeron haber chocado con la negativa del jefe inmediato para ejercer ese derecho de la maternidad.