Por:Rubén Manasés Achdjian, Politólogo y Doctor en Ciencias Sociales (UBA).
La importancia económica del Río Paraná es indiscutible. Los informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) muestran que, en términos reales, los precios promedio de los alimentos a nivel mundial se duplicaron en los últimos 30 años y que los rubros aceites comestibles (305 por ciento), lácteos (249 por ciento) y cereales (223 por ciento) superaron largamente esa media. Esta situación ha generado un segundo problema igualmente relevante: el de la logística, entendida como el control que buscan ejercer los Estados sobre las vías terrestres, aéreas, fluviales y marítimas a través de las cuales se realizan la circulación y el suministro de bienes a escala global. Es en este punto –el del control coordinado de los flujos mundiales de las mercancías– cuando la geografía tradicional se convierte en política internacional; esto es, en geopolítica.
Un reciente informe sobre vías navegables producido por Eno Center for Transportation, una entidad académica de Washington DC que se dedica al estudio de problemas vinculados con el transporte multimodal, señala que “la competitividad económica se vincula estrechamente con la seguridad nacional a medida que las empresas o los gobiernos extranjeros están cada vez más interesados en invertir en infraestructura portuaria global y en cadenas de suministro, particularmente en los países en desarrollo”.
HIDROVÍA
Existen en el mundo doce grandes vías navegables interiores a través de las cuales se produce la mayor circulación de mercancías. Tres de ellas se encuentran en Asia (los ríos Mekong, Yangtsé y Ganges); cuatro en Europa (Danubio, Rin, Volga y Dniéper); una en África (el Nilo) y las cuatro restantes en América del Sur (Amazonas, Orinoco, Magdalena y de la llamada Hidrovía Paraná- Paraguay).
La Hidrovía Paraná-Paraguay (HPP) fue creada en 1989 mediante los protocolos suscriptos en la XIX reunión de cancilleres de los cinco países integrantes del Tratado de la Cuenca del Plata. Es un corredor natural de transporte fluvial formado por los ríos Paraná y su principal afluente, el Paraguay. Tiene 3.442 kilómetros de extensión e integra a la Argentina con Bolivia, Paraguay y Uruguay a través de una compleja red de puertos que se extienden desde Mato Grosso (Puerto Cáceres) para desembocar en el Río de la Plata, en donde se incorpora al sistema el puerto uruguayo de Nueva Palmira.
A diferencia de los otros sistemas de navegación fluvial de la región, la HPP posee dos elementos de gran relevancia geopolítica. El primero de ellos es la presencia, sobre la traza fluvial, de las represas de Itaipú y de Yaciretá-Apipé. El complejo hidroeléctrico paraguayo-brasileño de Itaipú, inaugurado en 1984, es el segundo más grande del mundo y produce al año más de 100 TWh. El complejo de Yaciretá-Apipé (operado desde 1994 por un ente binacional argentino-paraguayo) tiene una producción anual de energía de unos 20.000 GWh, muchísimo menor que Itaipú. Sin embargo, cuenta con una ventaja, porque Yaciretá sí es navegable e Itaipú no lo es.
El segundo elemento geopolítico de importancia es que la HPP se superpone con la superficie del Acuífero Guaraní, uno de los reservorios de agua dulce más grandes del mundo, que se extiende sobre un área subterránea de 1,2 millones de km2. La mayor parte del acuífero se encuentra en los estados del sur de Brasil mientras que en Argentina abarca a las tres provincias mesopotámicas, el norte de Santa Fe y el sur de Chaco. Sus reservas están estimadas en 37.000 Km cúbicos de agua dulce.
Hace 30 años, el geógrafo británico John Anthony Allan creó el concepto de agua virtual para medir y comparar la cantidad de agua dulce insumida por cada tipo de mercancía producida, sea una tonelada de maíz, un par de zapatillas o un microprocesador. De acuerdo a ese criterio, Argentina es un exportador neto de agua con valor agregado y ese valor agregado adquiere la forma concreta de soja, trigo, maíz, vacas o aceites. La HPP y el acuífero son parte fundamental de esta ecuación, porque la economía exportadora requiere de agua para producir y para transportar.
El informe del ENO Center destaca además que, aunque menos extensa que la vía fluvial del Amazonas, la HPP tiene un mayor potencial logístico debido la existencia de industrias y poblaciones ya desarrolladas en sus riberas. Mientras que en la región amazónica existe un incipiente desarrollo agroindustrial de escala, el curso de la HPP atraviesa el corazón agrícola brasileño y argentino y cuenta con un sistema de esclusas que permite grandes movimientos de mercancías. Las dos barreras que, según el informe, obstaculizan la expansión de la HPP son la mencionada falta de navegabilidad en la represa de Itaipú y una coordinación estratégica limitada en materia de desarrollo fluvial entre los cinco países que integran el Tratado de la Cuenca del Plata.
GEOPOLÍTICA
Coherente con la visión “académica” sobre la importancia de las vías navegables, el Departamento de Estado viene desarrollado en los últimos años una renovada “diplomacia de los ríos”. Durante la última reunión del Consejo de las Américas, el embajador estadounidense en la Argentina, Marc Stanley, instó al gobierno y a la oposición a “hacer una coalición ahora y no esperar la elección de 2023” para empujar acuerdos que permitan que el país pueda abastecer, con éxito, energía y alimentos al mundo, aunque procuró dejar en claro que Estados Unidos no necesita de ninguna de estas dos cosas.
Para la diplomacia estadounidense, las alarmas en la cuenca del Plata se encendieron por la creciente presencia china. A paso lento pero seguro, la diplomacia asiática ya lleva dos décadas desde que en 2004, en su visita a la Argentina, el entonces presidente chino Hu Jintao le propuso al gobierno de Néstor Kirchner formalizar una asociación estratégica entre ambos países. Mientras los EE.UU. sostenían una cruzada militar y moral contra el islamismo radical en Oriente Medio y Afganistán, en el Cono Sur avanzaban iniciativas políticas y económicas “heterodoxas”, muchas de las cuales se financiaron con inversiones chinas.
Ahora, los EE.UU. quieren recuperar su hegemonía regional a partir de una estrategia que combina por igual tácticas de seducción y de coerción velada. El punto de apoyo regional de esta “nueva diplomacia” es Paraguay que, no por casualidad, es el único Estado del Tratado de la Cuenca del Plata que no mantiene relaciones diplomáticas con la República Popular China. De hecho, el gobierno de Asunción forma parte de los 15 países del mundo que reconocen la soberanía de la República de Taiwán, a la que Beijing considera una provincia rebelde.
En marzo pasado, arribó a Paraguay una delegación del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE.UU. (United States Corps of Engineers, USACE) encabezada por el general Jason Kelly. En su país, la USACE ejecuta las obras fluviales para mantener las condiciones de operación de las vías navegables.
El motivo de la visita del general Kelly fue negociar con las autoridades guaraníes que USACE tome a su cargo el diseño de un plan maestro para dragar el tramo soberano del río Paraguay, de casi 500 kilómetros de extensión, a una profundidad permanente y uniforme de 13 pies (casi 4 metros) para mejorar así su navegabilidad. El costo del proyecto, estimado en 20 millones de dólares con un plazo estimado de ejecución de nueve años, fue anunciado con entusiasmo por el embajador de EE.UU. en ese país, Marc Ostfield.
Los que en Paraguay se oponen a la intervención de USACE afirman que es una novedad que ese cuerpo militar realice diseños o consultoría. Sostienen, además, que ese plan maestro ya existe y que su costo es 10 veces menor que el que propone USACE. Ante estos argumentos, dos preguntas flotan en el aire: ¿Quiénes son los que empujan este negocio? y ¿quiénes se benefician con una presencia militar casi permanente de los EE.UU. en la región? Por lo pronto, la legislatura chaqueña, apoyada por los gobernadores del Norte Grande, se ha opuesto a esta iniciativa, que también ha causado molestia en la Cancillería argentina por la actitud inconsulta del gobierno paraguayo frente a los restantes miembros de la Cuenca del Plata.