El CONICET Santa Fe realizó algunas reflexiones a propósito del 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente que estableció la Asamblea General de la ONU hace 50 años para fomentar la conciencia y la acción por el ambiente, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente coordina esta conmemoración en la que gobiernos, organizaciones, comunidades y personas de todo el mundo trabajan por causas ambientales para cuidar nuestra Madre Tierra.
La fecha permite recordar que muchos de los ecosistemas del planeta están alcanzando su límite de capacidad y algunos ya han llegado a situaciones irreversibles. El crecimiento de la población y el tipo desarrollo económico permiten estimar que para el año 2050 la población mundial será de unos 9.600 millones de personas, con lo cual se precisarían tres planetas para mantener los desequilibrados niveles de consumo actuales.
Ante este panorama y a la luz de las experiencias, saberes y conocimientos científicos, uno de los principales objetivos del Día Mundial es generar un contexto más humano y una motivación suficiente para que las personas breguen por un desarrollo equitativo y sustentable, lo que implica que las comunidades cambien su actitud frente al medio ambiente, basándose en la cooperación, el respeto y la responsabilidad para que todos pueblos del mundo puedan disfrutar de un futuro próspero y seguro.
Argentina es pionera en la creación de un área de gobierno específica -mientras en 1973 la ONU establecía la fecha a nivel mundial, en Argentina se creaba la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano, la primera de América Latina, a cargo de Yolanda Ortiz (hoy recordada por la Ley 27.592 que plantea la transversalidad de los temas ambientales para las políticas públicas para la construcción de una Argentina ambientalmente sostenible).
Pero además, la Argentina también ha contribuido desde la ciencia, que con su desarrollo, ha logrado crear –además de las prestigiosas universidades nacionales-, 16 organismos dedicados a ciencia y tecnología, entre los que se halla el CONICET, que hoy cuenta con más de 300 institutos que investigan en las más diversas áreas, entre ellas las orientadas a las ciencias agrarias, naturales, biológicas y de la salud y sociales y humanidades. En este fértil entramado por la búsqueda del saber, se multiplican las investigaciones y proyectos orientados a profundizar el conocimiento científico y a su posterior transferencia y socialización de resultados.
SALUD Y AMBIENTE
En el caso de nuestra región, el Centro Científico Tecnológico CONICET Santa Fe nuclea institutos y grupos con múltiples especialistas que trabajan en temáticas vinculadas al conocimiento y protección del Medio Ambiente. Tal es el caso de las investigaciones del Instituto de Salud y Ambiente del Litoral (ISAL, CONICET-UNL), que centran sus estudios en el efecto de compuestos químicos presentes en el ambiente sobre la salud humana o animal.
De hecho, los compuestos químicos pueden presentar una acción hormonal y son conocidos como agentes hormonalmente activos, actuando como perturbadores o disruptores endócrinos y muchos están en productos comunes como recipientes plásticos, latas de conserva, juguetes, cosméticos, insecticidas y herbicidas que por su uso cotidiano pueden ingresar al organismo por contacto directo o a través de la comida, el agua y el aire; introduciendosé en nuestra cadena alimentaria y perdurando años en el medio ambiente.
En este sentido son muy importantes las investigaciones del ISAL sobre la exposición a los perturbadores endócrinos, ya que pueden causar efectos adversos sobre los sistemas endocrino, inmune, nervioso, endocrino y metabólico, siendo incluso algunos potenciales cancerígenos sobre órganos hormono-dependientes como mama, próstata o testículo. Estos compuestos actúan en el organismo en cantidades muy pequeñas y sus efectos pueden aparecer muchos años después de la exposición, incluso, los daños se pueden heredar de padres, abuelos o bisabuelos que pudieran haber estado expuestos.
Por sus años de trabajo y estudio los especialistas del ISAL afirman que “es necesario promover la investigación en contaminantes ambientales y dar visibilidad pública a los resultados obtenidos; además de impulsar legislación que regule la utilización de productos tóxicos y prohíba la utilización de aquellos que se comportan como perturbadores endócrinos”.
DESDE LA LIMNOLOGÍA
Otro instituto que aporta desde nuestra región sus investigaciones de relevancia a nivel nacional e internacional –desde su creación por parte del Dr. Houssay como primer presidente del CONICET- es el Instituto Nacional de Limnología (INALI, CONICET-UNL), que lleva adelante diversas líneas de trabajo vinculadas al Medio Ambiente, específicamente al estudio de los sistemas acuáticos continentales y los organismos vivos que los habitan. Los estudios del INALI, de fuerte impronta ambiental, hoy, con los altos niveles de alteraciones antrópicas de los sistemas y la degradación de sus servicios ecosistémicos-, tiene un gran desafío para medir las modificaciones que está sufriendo el ambiente y poder establecer estrategias de mitigación, remediación y adaptación, capaces de salvaguardar la sostenibilidad de los ecosistemas.
Los grupos del INALI hoy trabajan sobre química del agua, hidrogeomorfología, bioindicadores, impacto de la ganadería intensiva en islas, efectos de pesticidas y eutrofización antrópica, especies introducidas no-nativas e invasoras, presencia de contaminantes como microplásticos, nanomateriales y fármacos. Y para completar el espectro de estudios, se desarrollan otras líneas que estudian el funcionamiento de los ecosistemas acuáticos y su diversidad biológica, aspectos ecológicos de la biota, biogeografía y conservación, ecohidrología, resistencia microbiana, genética y desarrollos productivos, como hidroponía y acuicultura.
Como aporte para valorar en esta fecha, las y los investigadores del INALI, sostienen que “en un contexto mundial de variabilidad climática, la situación ambiental en Argentina requiere de urgente atención debido al nivel de alteración de nuestros ecosistemas, y el alto grado de vulnerabilidad socio-ambiental. Los ecosistemas ya no pueden ser entendidos de forma aislada sino como sistemas socio-ecológicos complejos, donde interaccionan diversos factores sociales, económicos, ambientales, políticos y culturales. Esto implica que los abordajes deben incluir todos estos elementos de forma integral en términos de asegurar la sostenibilidad del ambiente para las generaciones presentes y futuras”.