Informa el Presidente Comunal de Cayastá, Edgardo Berli, que en consonancia con las políticas desarrolladas desde su gobierno, respecto a los Pueblos Originarios, en la mañana de hoy miércoles 11 de octubre se realizó un acto simbólico relacionado con lo que se conoce como el “Último Día de Libertad”.
Según lo informado por el Presidente Comunal, en el día de hoy estuvo acompañando a los miembros de la Comunidad Aborigen “Caiastas” del Pueblo originario Mocoví. El sencillo acto consistió en el izamiento de la bandera Wiphala (símbolo de los pueblos originarios y a su diversidad cultural) junto a la Bandera Nacional Argentina en la plaza central “San Martín” de Cayastá, en conmemoración del “Último Día de Libertad” de los pueblos originarios de América, antes de la llegada de los colonizadores europeos en 1492.
Breve Reflexión Sobre el “Último Día de Libertad”
El 11 de octubre de 1942 fue el último día de libertad para los pueblos que originariamente vivieron en nuestro suelo, el 12 de octubre de 1492 llegaron a estas tierras la avidez y el autoritarismo, bases del capitalismo desmedido que impera hasta hoy. Se constituyó desde ese momento histórico el primer gran etnocidio de este continente, enmarcado en un prolongado, brutal y sangriento proceso de conquista y sometimiento por parte del colonialismo europeo.
El antropólogo Patricio Guerrero Arias plantea que si bien los procesos de independencia de los diferentes países en América enfrentaron el colonialismo, también posibilitaron la continuidad de la colonialidad, “De una matriz colonial-imperial de poder que opera para el control absoluto de la vida, de lo político, de lo económico, de la naturaleza, de la espiritualidad, de la cultura; pero sobre todo, para el control de los saberes, de las subjetividades, de los imaginarios y los cuerpos, así como de las afectividades”.
Y agrega “Dos construcciones ideológico- político- sociales se vuelven claves para el ejercicio de la colonialidad: el universalismo y el racismo. Por un lado, el UNIVERSALISMO naturaliza y legitima la superioridad de los dominadores; en su nombre, Europa legitima el derecho que se atribuye a sí misma, de ejercer la dominación y justificar su tarea civilizatoria sobre los ‘otros’ pueblos, sociedades y culturas, a las que mira como salvajes, primitivas, sub-desarrolladas o pre-modernas, para llevarnos e imponernos desde entonces, su civilización, su desarrollo, su modernidad. Mientras que, por otro lado, el RACISMO naturaliza y biologiza la inferioridad de los dominados; la raza y el racismo se vuelven los ejes de las configuraciones geo-políticas que determinan la producción y reproducción de la diferenciación colonial, que imponen la clasificación, jerarquización y subalternización de seres humanos, sociedades, conocimientos y culturas”.
Esta descripción se puede considerar como el fenómeno de base de los atropellos – saqueo, muerte, dominación absoluta- sufridos por los Pueblos Indígenas, que fueron sucediéndose constantemente y continúan hoy.