Según los pronósticos del Instituto Nacional del Agua (INA), la bajante que se puede ver hoy en el río Paraná se extendería durante todo el invierno. En lo que va del mes mayo – junio el río perdió 1,5 metros de altura, de acuerdo a las mediciones que realiza la Prefectura en el Puerto de Santa Fe. La falta de lluvias en la cuenca alta augura que el fenómeno se prolongará, al menos, hasta agosto.
Expertos del Instituto Nacional del Agua (INA) advierten sobre un panorama desafiante para la actividad pesquera en el río Paraná debido a la marcada disminución de caudal causada por la falta de lluvias en la región. Juan Borus, responsable del área de pronósticos del INA, explicó que las últimas tres semanas han sido especialmente secas en la región formadora del río Paraná, con más de la mitad de la zona registrando niveles de lluvia muy por debajo de lo normal.
La última medición en el Puerto de Santa Fe, el río Paraná exhibió una altura de 1,46 metros, considerablemente inferior al promedio para esta época del año. Este cambio drástico se ha dado rápidamente, pasando de niveles de agua extremadamente altos el verano pasado, que alcanzaron casi los 6 metros, a una notable caída de caudal al inicio del otoño.
El río Paraná, que se nutre principalmente del aporte pluvial de Brasil y Paraguay en su vasta cuenca de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, ha experimentado una escasez significativa de lluvias. “Apenas se han registrado algunos eventos aislados de precipitaciones”, indicó Borus, subrayando la crítica dependencia del río respecto a las condiciones climáticas en la cuenca misionero-paraguaya.
EL PRONÓSTICO
Según el análisis del INA, se espera que el Paraná continúe descendiendo en los próximos días, a menos que ocurra un leve repunte en las próximas semanas en la mencionada cuenca. Borus sugirió que este repunte podría estabilizar el caudal hacia mediados del invierno, aunque los niveles seguirían siendo bajos y estables.
La situación plantea un desafío significativo para la actividad pesquera en la región, ya que la baja del río dificulta la navegación y afecta la reproducción de los peces clave, como el sábalo. Los pescadores y las comunidades ribereñas deberán adaptarse a estos cambios drásticos en las condiciones del Paraná, ajustando sus estrategias y expectativas frente a un escenario de sequía prolongada.
