El río Paraná y sus afluentes enfrenta nuevamente una bajante que podría complicar la situación en los próximos meses. Las previsiones de lluvias no son suficientes para revertir la disminución de los niveles de agua y sugieren el inicio de una posible temporada de sequía. Juan Borús, del Instituto Nacional del Agua (INA), comparó la situación actual con la de 2020, 2021 y 2022, destacando que, aunque es similar, es “un poco mejor” que la de 2021.
Desde finales de 2019, Sudamérica ha enfrentado una sequía persistente. Borús explicó que, aunque la falta de agua para consumo urbano ya no es una preocupación inmediata gracias a las medidas adoptadas, persiste la preocupación por la disponibilidad de agua en áreas alejadas. La tendencia climática hasta fines de noviembre sugiere lluvias por debajo de lo normal.
Se observa un estrés hídrico, agravado por la contaminación urbana, afecta gravemente a los ecosistemas. Además, se observa el desecho de residuos cloacales sin tratamiento y la acumulación de peces muertos en la costa.
Las proyecciones para los próximos meses no son alentadoras. Las lluvias previstas para el norte de Argentina podrían ser normales en algunas áreas, pero no serán suficientes para una recuperación significativa de los niveles de agua. Por lo tanto, la bajante podría continuar al menos hasta finales de 2024, afectando especialmente la navegación de buques de carga.
Las proyecciones para los próximos meses, Borús anticipó que “no tenemos un horizonte muy optimista”. “Las previsiones de lluvias sobre la mitad norte, formadora de la vía fluvial, marcan que podrían llegar a ser normales en algunas regiones. Pero con lo normal no alcanza”
En resumen, la principal preocupación es la incertidumbre sobre las lluvias en la región central de la Cuenca del Plata durante la primavera, que podrían permitir una recuperación lenta y gradual de los ríos.